ANTECEDENTES DE CACERÍA EN NIÑOS ASESINOS...
Frecuentemente nos sorprendemos de las terribles noticias que salen a diario en los medios electrónicos o impresos en donde personas – a veces niños – matan gente sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento. Por el contrario lo hacen con una experiencia y una frialdad que nos estremece... Con un plan o estrategia que lleva semanas y en ocasiones meses de planeación... Nos sorprenden las balaceras, los decapitados y la violencia que se vive actualmente en nuestro país pero no nos ponemos a pensar en la estrecha relación que existe entre el maltrato animal y la violencia contra las personas y cómo el maltrato, tortura o matanza de animales es el mejor mecanismo para desensibilizar a una persona y hacer que pierda el sentido de la compasión... La práctica de la Cacería es una manera perfecta de contribuir a esto... A continuación les presento el caso de Mitchell Johnson y Andrew Golden niños asesinos que se entrenaron cazando hasta que sus presas dejaron de tener 4 patas y tuvieron 2 piernas...
Mitchell Johnson y Andrew Golden
Empezando con los patos Mitchell nació un 11 de agosto de 1984 en Spring Valley, Minnesota (en USA). Andrew, su primo, nació un 25 de mayo de 1986 en Jonesboro, Arkansas (en USA) Jonesboro se caracteriza por ser una ciudad industrial rodeada de actividad agrícola, por albergar a la Universidad Estatal de Arkansas y por ser, en líneas generales, una ciudad habitada por familias conservadoras y religiosas. Sin embargo, lo último no ha bastado para que las armas y la cacería sean algo muy habitual, al punto de que desde niños los hombres aprenden a disparar. Este fue el caso de Andrew Golden, quien desde temprana edad se vio influenciado por la pasión que su abuelo sentía por la cacería, una pasión tan grande que le había llevado a construir, en un barranco cerca de su casa, un mirador desde el cual se podía ver a los ciervos y dispararles fácilmente... Según declaró tiempo después, a su nieto (Andrew) le habían empezado a comprar armas automáticas "desde el primer día de nacido", y la cacería de su primer pato fue algo que lo enorgulleció profundamente. Sin embargo, bajo la exposición temprana a la cacería se estaba gestando una insensibilización hacia la muerte, y tiempo después se habría de ver...
Delineando un plan para la operación Junto a su primo Mitchell, Andrew veía películas de acción por las tardes, comía golosinas y fantaseaba con un futuro de antihéroe semejante al de aquellos que veía en las películas. Un día, mientras veían Rambo, Mitchell le confesó que deseaba vengarse de Candace Porter, una compañera de escuela que lo había rechazado sentimentalmente. Andrew, que tampoco era un chico popular o alguien hábil con las chicas, vio en la causa de Mitchell una forma de realizar, aunque sea indirectamente, su propia sed de venganza. Así, desde ese día tomaron la costumbre de ver una película de acción y, con el ejemplo del film, ensayar después, con sus trajes de camuflaje, alguna estrategia de guerra. No obstante no se quedaron en la fantasía, y poco después fijaron una fecha para la operación, crearon una lista de objetivos y de personas que matarían, y anotaron todo lo que requerirían para tener éxito en la misión.
Mitchell, un perro que ladra y sí muerde Era un lunes 23 de marzo de 1998 cuando Mitchell apareció, cuchillo en mano, en la clase de Candace Porter. Según Amber McBroome, alumna presente en el momento, ocurrió lo siguiente: "Candace le repitió a Mitchell que no quería salir con él, y él la amenazó con un cuchillo. La profesora, la señora Wright, intervino, y Mitchell apuntó el arma contra ella". No se sabe bien si después de eso suspendieron o no a Mitchell, pero Jennifer Nightingale, una compañera de clase de Candace Porter, habló con Mitchell poco antes de que éste y su primo realizaran la masacre. Cuenta lo siguiente: "Me dijo que no nos veríamos más, porque dejaría la ciudad. Pero que antes o después de vengaría: ninguna chica podía despreciarlo y quedar impune"
El gran día de la venganza El martes 24 de marzo de 1998, Mitchell faltó a la escuela convenciendo a su madre de que le dolía el estómago. Luego de que ésta lo dejara, él se reunió con su primo y ambos dieron inicio a lo que sería la más cruenta cacería de sus vidas, una cacería en la que no matarían patos o venados, sino humanos que, a juicio de ellos, merecían ser perforados por el plomo... Lo primero que hicieron fue ir con sigilo a la casa de Doug Golden, el abuelo de Andrew. Ahí les aguardaba un hermoso arsenal, un menú armamentístico del que podrían tomar alguna que otra belleza para liquidar al enemigo. Al parecer no había nadie o casi nadie, porque rompieron el vidrio de la puerta de entrada, Andrew metió el brazo para abrir la puerta, y guió a Mitchell a través de aquella casa de ladrillo rojo a la que conocía como la palma de su mano. Tomaron cartuchos de encima del refrigerador, eligieron armas de las paredes. Un Remington 30-06 para cazar ciervos estaba entre las diez armas que tomaron; según dijo el abuelo de Andrew del Remington 30-60, éste era tan bueno que "con un rifle que tiene esa visión, no hay que ser muy inteligente para disparar". Todo eso, junto a bolsas para dormir, víveres, uniformes de camuflaje, botas, cuchillos, una ballesta, un machete y mallas de cazador, fue metido en el coche Dodge gris 91 que Mitchell (él sabía conducir) robó de su casa... Poco antes de las ocho de la mañana, Mitchell estacionó el Dodge en los bosques de alrededor de la escuela, aproximadamente a medio kilómetro de la misma. Ya al mediodía, Andrew Golden (él había asistido a clases, era parte del plan) pidió permiso para ir al baño y jaló la alarma de incendios, consiguiendo que el alumnado entre en proceso de evacuación mientras él corrió hacia una parte de la zona boscosa que rodeaba la escuela. Ahí se reunió con su primo (que estaba en su posición táctica), se puso el uniforme, tomó las armas y ocupó su posición. El arsenal que manejaban era brutal: Andrew tenía unos 91 cartuchos útiles repartidos en los bolsillos de su chaqueta, un rifle calibre 30 y tres pistolas; Mitchell tenía el poderoso Remington 30-60, cuatro pistolas, dos cuchillos y un número de cartuchos casi igual al de Andrew. El tiempo fue excelentemente calculado y también los movimientos de evacuación, de modo que en el momento previsto una avalancha de alumnos apareció corriendo en dirección hacia la zona del bosque en que ellos se hallaban. Lejos de perder la compostura, estos niños asesinos actuaron como verdaderos expertos y, mientras aguardaban la salida de las personas-objetivos, iban disparando únicamente a las mujeres. Gritos, detonaciones, caos, desorden; sangre, vísceras saliéndose de cuerpos muertos o agonizantes, gente arrastrándose y pidiendo auxilio. Cinco muertos (todos de sexo femenino) y once heridos fue el saldo de la sangrienta operación de venganza, el número de blancos destruidos durante lo que para esos trastornados niños era una misión parecida a la de sus personajes de cine y videojuegos... En cuanto al objetivo principal de la misión, Candace Porter, las cosas salieron mal (para ellos...) debido al inesperado acto de heroísmo de Shannon Wright, una maestra de escuela con 32 años de edad y un embarazo que no dudó en arriesgar, ya que rápidamente cubrió con su cuerpo a la pequeña Candace Porter de doce años, salvándola pero recibiendo unas balas que no estaban destinadas a ella. Momentos después de iniciada la masacre, la Policía llegó y los niños dejaron de disparar y se entregaron sin resistencia. Inicialmente creyeron que la masacre fue principalmente hecha por un adulto (que supuestamente habría escapado) y que los dos niños solo habían ayudado, pero se quedaron desconcertados cuando constataron que en realidad esos dos pequeños habían tenido la frialdad, la crueldad y la habilidad para realizar con éxito una matanza de esas proporciones. Debieron tener en cuenta las amenazas de los niños. Por ejemplo, posteriormente a la masacre, la alumna y sobreviviente Kara Tate recuerda de Andrew: "Siempre decía que arreglaría las cuentas con todos y que mataría a mucha gente. No pensé que hablara en serio. Andrew tenía un fusil para cazar ciervos y presumía de ser un tirador experto. Cuando alguien lo hacía enojar, amenazaba con dispararle. Para él era lo mismo matar a un animal que a una persona" En cuanto a la condena, dictada en agosto de 1998, esta fue que ambos debían permanecer en prisión hasta alcanzar los 21 años de edad.
¡Qué orgullosos se deben sentir los padres de estos dos niños! ¡Ellos les enseñaron a portar y manejar armas! ¡Ellos les enseñaron (y seguramente los obligaron las primeras veces por que por lo general un niño o niña no quiere ir a matar animales) a matar a sus primeras víctimas, a apuntar, a disparar el gatillo y a ser fuertes y valientes! ¡A no llorar! ¡Por que esto es para hombres! BRAVO a todos esos padres que sin siquiera darse cuenta, y seguramente sin siquiera tener la intención, van desensibilizando a sus hijos de la misma manera que sus padres los desensibilizaron a ellos... Una prueba más de la escalera de la violencia... Por favor seamos congruentes. Si quieren vivir en una sociedad menos violenta, no se vayan de fin de semana a disparar armas y matar... O si lo hacen, no se sorprendan ni se quejen de que así como lo hacen ustedes, haya personas que lo hacen con personas y cobran un sueldo por ello. ¿Qué le estás enseñando a tus hijos? ¡PIENSA ANTES DE ACTUAR! Beto Castillo Presidente de El Muro A.C. www.elmuro.org.mx *Parte de la información fue tomada de: http://www.asesinos-en-serie.com/los-ninos-asesinos/